Autobiografía – extracto.

Mi educación inicial fue en casa, mi madre es guía Montessori por lo cual yo crecí con una educación bastante libre. Mis primeras socializaciones fueron al entrar al kínder del cual mi mamá era directora, con una inclinación, también Montessori, y al catecismo del Buen Pastor (con pedagogía, también Montessori y tintes de teología de la liberación), donde hice los amigos que hasta la fecha me acompañan en mi vida.

Durante los primeros años de mi vida, no recuerdo que nadie me impusiera una forma de pensar, para mí mis bases de estructura cognitiva (la forma en la que organizo mi manera de conocer y nombrar al mundo) estuvieron regidas únicamente por mi experiencia. Nadie me dijo qué pensar, qué hacer y cómo hacerlo. El día de hoy reconozco que eso formó mi personalidad crítica.

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El primer libro de locura existencial, me fue entregado a mis seis años. Leí el principito completo a esa edad y me abrió un mundo de magia y humanidad que llevo en mí hasta el día de hoy.Pero todo eso cambió al entrar a la primaria. A mis padres no les fue posible que siguiera en la escuela de la misma línea que ya venía trabajando debido a complicaciones económicas así que ingresé a un colegio de monjas para niñas.

Ahí cambió todo. Tenía que hacer las cosas que me decían a la hora que me decían, sentarme como me decían, tener un limón en las piernas para aprender a sentarme bien, responder lo que querían que respondiera, no hacer preguntas que estuvieran fuera de lugar, peinarme como me decían.

Fue el primer contacto con esta sociedad rígida, llena de normas, autoritaria, que pretende decidir quién vas a ser. Siempre fui rebelde, mi primera suspensión fue en segundo de primaria, por brincarme al huerto de árboles frutales de las monjas a robar un par de higos y peras para unas niñas que no tenían lonche.

Un pensamiento en “Autobiografía – extracto.

  1. “A las mentes creativas siempre se les ha conocido por encontrar la manera de sobreponerse ante cualquier tipo de mal entrenamiento.”

    ~ Anna Freud

    Increíble cómo nuestra sociedad llega a torcer tanto las cosas que confunde la curiosidad y necesidad innata de cada persona por conocer el mundo, con rebeldía y locura.

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